Parar la pelota

Y dijo basta. Una noche de invierno Diego Simeone decidió que Ariel Ortega no siga jugando en River mientras él sea el técnico. El detonante fue sin dudas una nueva recaída del ídolo durante la madrugada de ayer, con choque incluido, la cual se sustentó con una nueva faltazo a la práctica de esta mañana. Según algunas voces cercanas al plantel, la relación entre ellos estaba totalmente partida en el momento en que el futbolista lo trató de "vigilante y mala leche".

No obstante, hubo una tensa tregua a partir de la conciliación ejecutada por el presidente José María Aguilar, esa misma que a partir de lo sucedido no tiene sentido ni validez. Esta decisión del Cholo finalmente cuenta con el aval de toda la comisión directiva, ya cansada de los continuos desplantes del jujeño, quien no puede encontrarle el camino a su problema de adicción al alcohol.

Simeone sabe perfectamente que perderá una pieza clave de su esquema, aunque en un sentido figurado se verá beneficiado en términos de tranquilidad a un plantel, que a pesar de la obtención del Clausura 2008, siempre se ha visto involucrado en diversos sucesos que no dejaron bien en alto la reputación del club.

¿Qué va a pasar con Ortega? Sinceramente hablar de una posible venta del enganche suena irrisorio y una falta de respeto. En primer lugar porque es una persona que está enferma y necesita ayuda, en donde esperemos que River como institución pueda brindarle lo suficiente en términos de recuperación para volver a su plenitud no ligado a lo futbolístico sino a la parte anímica. Sabemos que en este tipo de enfermedad la cura se torna imposible pero se puede desarrollar un camino concreto y responsable, llevado a cabo por profesionales en la materia.

Es complicado agregar más elementos a una situación archiconocida por el mundo del fútbol. Más allá de sus enormes habilidades con la pelota, Ariel Ortega es una persona que está pidiendo a gritos ayuda. Oírlo será una responsabilidad de todos.