¿Todos somos uno?

La brusca salida del Pato Fillol del cuerpo técnico de la Selección y las posteriores declaraciones de Diego Maradona marcando distancia de lo ocurrido y exclamando ante los medios de prensa que al ex arquero le tendrían que haber renovado el contrato por tiempo indeterminado determinan una clara realidad que se palpa en los pasillos de Ezeiza: que la injerencia de Diego reside y residirá básicamente en la planificación en el campo de juego. Del resto, como elegir a sus propios colaboradores (recordar el tan mentado caso Oscar Ruggeri, que en estos días volvió a salir a luz) y de ciertas cuestiones a lo organizacional, ya sea en la conformación de partidos amistosos o su plan de elegir a ciertos jugadores del medio local para trabajar con ellos parecen disponer de la buena predisposición que ponga Julio Grondona. El manejo tendrá tres palabras repetidas por doquier en Viamonte: Sí, Don Julio.

El margen es estrecho. Y la paciencia del Diez puede empezar a agotarse si se repiten episodios como los marcados anteriormente, que lo afectan como líder de un grupo de trabajo. En pos de un proceso fructífero se deberá tener en cuenta que el eslabón del entrenador es vital. Diego será el capitán de la nave y merece rodearse a su gusto. Volviendo al caso Fillol, resulta inadmisible y lamentable la actuación de la AFA echando literalmente como si fuera un desconocido a uno de los futbolistas más importantes que tuvo la historia de Argentina. El Pato está en la galería de los grandes, de ésos que nacen de vez en cuando y que han hecho del fútbol nacional un ejemplo en todo el mundo. Se sabe, la memoria es un concepto que se repite y que se ejerce tan poco en nuestro país. Por ende, este tipo de actitudes no deberán sorprender a nadie. Sin embargo, se afecta a la selección que ¿supuestamente? es de todos. No de uno solo.