Te fuiste hace unos años. Y se te extraña. Podría sentarme, agarrar el diccionario y aleccionar mediante la palabra acerca de los vaivenes del dolor, el no ser, la angustia de la ausencia, las consecuencias en tu familia y bla, bla, bla. Yo no quiero ser tan abstracto, sutil, imperturbable, vos nunca lo fuiste en tu vida, por qué tendría que ponerme en un papel estúpido, intelectualoide, algo que siempre aborreciste. ¿Te acordás cuándo me decías, vos seguí leyendo a esos boludos que jamás en su puta vida agarraron una pala? No tenías un carajo de razón, te aclaro. Guarda, hay giles que robaron toda su existencia hablando difícil sin nada que decir. Se dieron vida de bacanes de la nada misma, la suerte les guiñó un ojo y allí andan impolutos como si fuesen estatuas vivientes. …jamás en su puta vida… Esa frase me quedó guardada. Me la dijiste en aquella pileta del club, diciembre, cagados de calor como pocas veces, vos viendo los culos divinos que se nos acercaban a la cara y yo leyendo El orden del discurso de Foucault, cuyo libro tardé años en comprender al menos una décima parte. Yo, tan iluso o pelotudo como vos decías, creía que la onda literaria, filosófica, podría darme cierto tipo de levante, que las minas iban a decir mirá el flaquito ése que lee a Foucault. Todavía sigo esperando resultados, al menos un resultado positivo. Después entendí con el tiempo que las minas que estaban en el club, como mucho y con toda la furia, apenas habían terminado la secundaria. Y el boludo con el libro de Foucault en la mano.
Vos tenías eso. Siempre escuché con desconfianza esa frase tan reiterada de este tipo tiene calle. Acá hago una excepción. Verdaderamente él la tenía. Un tipo que estaba adelantado, dos o tres segundos no más, a lo que podía suceder en cualquier ámbito, un don incorporado que pulió a base de mucha patita en la tierra. En una analogía futbolística había que pensarlo como un Andrés Iniesta, ¿no?, alguien que tiene en la mente un mapa determinado y actúa en consecuencia y con la naturalidad propia del que conoce el camino. Que antes de recibir la pelota, en una fracción de segundos ya sabe el destino que tendrá. ¿Qué bien que nos vendría este gallego en San Lorenzo no?
Me imagino lo que estarás puteando. Sí, Ale, son muertos. En Promoción y viendo cómo le va a All Boys, San Martín de San Juan, Unión, Olimpo, Tigre, todos equipos de mierda que encima cuando nos enfrentan parecen el Manchester City. Yo, para no llorar, me pongo los videos del 2001 y me aferro a pensar que Romagnoli y Romeo son ésos y no los viejos chotos de ahora que se lesionan cada dos minutos. Si vieras cómo grité un gol de un tal Cooper de Godoy Cruz ante Unión que nos alejaba de la Promoción, te juro que te quedás donde estás. Tenemos en la camiseta más publicidades que Almirante Brown y a cada santo le debemos una vela. Todo mal. Pero seguimos con este sentimiento, el mismo que nos transmitiste vos y que quedó impregnado en cada uno de nosotros, hoy boludos grandes, algunos ya con pibes, de amar a estos colores, cualquiera fuese quien la vistiera. Comparto a medias esta apreciación, ayer la vestía un fenómeno como Gorosito o Silas y hoy Salgueiro, un uruguayo que no coordina habilidades motrices.
En cada asado con los chicos, tu nombre está, aparece e irrumpen las sonrisas. Anécdotas, el viaje a Brasil para ver la final de la Copa Mercosur, esa noche, sí, esa noche cuando luego del empate en el Maracaná, el avión por desperfectos no salió y nos dejaron por una noche en el Arena Copacabana Hotel (todavía recuerdo el nombre) de cinco estrellas, creo, junto con la Butteler. Citar qué sucedió esa jornada le quitaría ese halo místico con la que cuenta, en historias que se agrandaron de forma ostensible con el paso del tiempo y otras que golpearon la puerta siendo novedosas, veraces o no, a quién le importa. La imagen tuya, del cual me distancié por cuestiones de la vida, me retrotrae en alguna partecita al adolescente que fui, a un espectro ciertamente melanco al que no recurro mucho pero que está presente, que anda pululando por ahí. Ya no estás. Me dijeron cáncer, fulminante y a la bolsa. Y se te extraña.
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1 comentarios:
No puedo decir nada sobre este texto, nada más que me siento afortunada de haberte leído.
Un abrazo.
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