La estructura del edificio se desvanece, aflojan sus sostenes y el derrumbe está ahí, demasiado cerca, demasiado peligroso. Argentina no pudo superar a Portugal en los cuartos de final del Mundial Sub 20 y dijo adiós del certamen que se disputa en Colombia. Un final previsible, en un equipo con mejores aptitudes del que jugó el Sudamericano pero que careció de una idea juego fundacional, de accionar estrategias acordes al significado de la camiseta celeste y blanca. Walter Perazzo nunca se animó a arriesgar, intentar, probar, bien sabía que su puesto estaba en juego y así contagió al equipo, lamentablemente. Los cuartos de final, fase mortal que sigue atacando a los combinados nacionales, donde en este 2011, también la Mayor y el sub 17 fueron eliminados en esta instancia.
Hay aspectos positivos para destacar. Anoto a Esteban Andrada, el arquero de Lanús, seguido de cerca por el Barcelona, un jugador que elevó su rendimiento con el correr del campeonato, mostrando atributos técnicos muy interesantes, sumado a una contextura física impactante, superando el 1.90 mts. Adrián Martínez, lateral-volante de San Lorenzo, ausente por doble amarilla en los cuartos de final, mantuvo una regularidad y atrevimiento digno de marcar, otorgando salida limpia en el costado derecho. La tarea de Nicolás Tagliafico, por el otro andarivel, funcionó también de manera plena, más allá del penal errado en la definición por penales ante los lusos. Mérito de Perazzo fue la incorporación de Carlos Luque, de Colón, un joven que se fue ganando los minutos a base de rendimientos efectivos siendo un eje explosivo arrancando de la izquierda y trasladándose al centro, buscando sociedad con Lamela, quien lejos fue el mejor de Argentina, pero siempre muy solo, levantando la cabeza y no encontrando cómplices. Perazzo lo supo desde la primera fecha ante México y jamás supo resolver esa falla, no hablamos de agregar gente a cómo dé lugar sino de emplear una vocación superadora, sin ese miedo terminal a la derrota.
Los responsables de las selecciones nacionales acumulan otro fracaso. La designación de Walter Perazzo no tenía sustento práctico, sin experiencia en esta clase de combinados. No pateamos el árbol caído, la realidad había dado designios fehacientes que todo iba a concluir cómo concluyó. Argentina, meca de las selecciones juveniles hace apenas 5 años, cayó en las aguas de la mediocridad, incapacidad, producto de un seno dirigencial que no está a la altura de las circunstancias. Así de simple.
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1 comentarios:
El fútbol argentino merece otros dirigentes. No puede admitirse más. Cambio ya.
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