La cuerda de la relación profesional con River se mantenía al límite del quiebre desde hace mucho tiempo. Hoy Juan José López, al igual que hace unos años Diego Simeone, le dijo que las puertas para él estaban cerradas. El sentimiento, el amor recíproco que Ortega tiene con los hinchas de River tendrá ribetes de eternidad. Quién lo duda. Las interminables ausencias a los entrenamientos no podían ser gratis. En un grupo humano, en este caso plantel profesional de fútbol, deben existir reglas claras para la normal convivencia. JJ López fundamente su decisión sobre argumentos concretos, no toma una determinación de semejante rebote mediático dentro y fuera del vestuario así porque sí.
Además, claro está, en la cancha Ariel ya no rinde como antes. En épocas álgidas en Núñez, finalmente los que pusieron la carita fueron los Lamela, Pereyra, Maidana, Funes Mori, Acevedo, etc. Del Burro poco y nada. Como si sólo se mantendría esa estela de ex estrella, como si estuviésemos en la presencia de un ex jugador. Quizás, y con la tristeza que amerita decir estas palabras, ya lo sea. Lo hemos dicho anteriormente: Ariel está sobrellevando una adicción y en el cual su marco afectivo debe manejarse con responsabilidad porque estamos hablando de la vida de una persona, más allá de cualquier actividad que realice. River, más allá de esta cuestión coyuntural, no debe ni puede dejar solo al último gran ídolo de la hinchada. Sería faltarle el respeto a la historia, quizás el peor pecado.
Seguinos en Facebook / Twitter: @apertoldi
0 comentarios:
Publicar un comentario