En tiempo de descuento

Pablo Aimar tiene su destino definitivamente lejos de Zaragoza. Al cúmulo de conjuntos europeos que quieren contratarlo para la próxima temporada se le sumó el Benfica, uno de los clubes con más prestigio de Portugal. El conjunto luso recibió el okey del técnico español Quique Sánchez Flores, quien les pidió la incorporación del volante argentino. Basándonos en información que publicó O`Jogo en su portada digital, la comisión directiva del Zaragoza está esperando la oferta para determinar si la acepta o no.

Una traba para que no se concrete la operación resulta el elevado sueldo que cobra el ex River y Valencia. Ahí seguramente y teniendo en cuenta la pobre actualidad del cordobés se afinará el lápiz lo necesario para que satisfaga a las dos partes. Aunque no sólo de Portugal llegan ofertas, el representante del jugador, Gustavo Mascardi, reconoció ofertas desde diferentes conjuntos de Inglaterra, Grecia, Italia y hasta del América de México, nuevo conjunto de Ramón Díaz.

Idolatrado por algunos, mirada de reojo por otros. A consideración de quien escribe estas líneas Pablo Aimar siempre fue un proyecto de crack. Nunca se recibió de dicha carrera. Luego de aquellas intrépida y voraz aparición en River, sumado al título de campeón mundial Sub 20 conseguido en Malasia, la opinión pública veía en ese escurridizo y talentoso volante un heredero reconocido hasta por Diego Maradona. Luego vendría la transferencia al Valencia, sitio en el que logró un par de títulos pero que por culpa de diferentes lesiones que lo aquejaron en prolongado tiempo no pudo rendir en su plenitud. Otro aspecto de su juego ineficiente se basó en las diferentes lagunas que sufre durante los 90 minutos. Desaparece y aparece de manera extraña, dando a entender que la irregularidad fue una constante en su carrera.

La llegada a Zaragoza pregonaba otro futuro para él. Era un conjunto con posibilidades de obtener grandes objetivos, ayudado por un plantel que regaba talento en el verde césped. Sin embargo, todo salió al revés. Se fueron al descenso inundando de tristeza a una afición que se imaginaba en la Champions League y finalmente acabará con rivales de Segunda. Aimar no fue la excepción a un grupo de futbolistas que falló desde todo sentido: en lo futbolístico y anímico. Apenas chispazos se pudieron ver de ese mágico volante que tenía futuro de estrella. Lo que viene será otra experiencia. Aunque la esperanza de transformarse en aquél queda lejana...