España, vos y yo

La vida tiene eso. En muchos pasajes de tu historia, la mía o la de tantos otros ocurren situaciones que nos ubican en una determinada encrucijada que debemos superarla con el caracter necesario que amerita la cuestión. Desde el vamos, la heterogeneidad abarca de manera inapelable las diferentes latitudes del mundo, en el que cada uno responde de manera diversa ante x estímulo. Trasladando esta realidad diaria al terreno del fútbol, la presencia de España en las semifinales de la Eurocopa tras vencer a Italia, el campeón del mundo, provoca sentimientos particulares para todos los que alguna vez no estuvieron acorde a lo que se esperaba de ellos.

Lo sabemos bien. Cuando el fracaso toca tan asiduamente tu puerta, uno lentamente va incluyendo esos elementos negativos en la mochila que llevamos en nuestras vidas. España sabe de eso. Ante las derrotas consumadas en etapas iniciales, que generan un profundo dolor en su futbolero pueblo, la desconfianza entre el público y "sus" jugadores, "esos" que representan a tu camiseta, a la de tu viejo y a la de la familia completa, tiende al aumento y la brecha de acercamiento resulta sideral. ¿Por qué tengo que confiar? ¿Qué me garantizan de que esta vez será distinto? Más y más preguntas, de ésas que no quitan la ilusión, que bien tenemos dentro, aunque inconscientemente nos vuelven calculadores en términos de expresar lo que sentimos.

Ojalá pudiera dilucidar lo que vendrá. Quién dice que tal vez en algunas horas estas palabras fueron escritas en vano y lo dicho quedará eternamente guardado en el más profundo silencio. Eso no me quita poder valorar este momento español. Para los de antes, que supieron morder el polvo y por éstos, que en estas horas se regodean con las mieles del éxito.