El grito sagrado

¿Puede alguien decirme: "Me voy a comer tu dolor" Y repetirme: "Voy salvarte esta noche"? El infierno está encantador esta noche. Los Redonditos de Ricota.

Ahí está. Empapado, con la camiseta a punto de no pertenecer más a su cuerpo y creyendo que los milagros existen. Que algo hay en ese muchacho, no sé bien, que lo hace distinto al resto, ni mejor ni peor, alguien que entiende paso tras paso que su carrera no transita por los carriles lógicos y que se bifurca en situaciones excepcionales, como la vivida anoche. Como lo fue el domingo pasado. Como lo fue siempre. Allí lo vemos, inerte en su ingreso en el segundo tiempo, donde apenas disputó unas pelotas vía aérea y poco más. Sin embargo, y cuando la noche venía con tintes trágicos, dejando de lado las peripecias climáticas, dijo presente. Palermo, presente. Estuvo donde está siempre, donde la noticia lo requiere, como si fuese el mejor periodista.

Solito salvó el incendio. Un incendio lógico, dentro de un contexto futbolístico donde una de las peores selecciones de América como lo es la peruana, inmersa en dificultades severas en el orden dirigencial y con futbolistas acusados de indisciplina, que se llevó una injusta derrota en Buenos Aires. Un equipo argentino que, partido tras partido, naufraga en la intrascendencia de una línea futbolística que pasado el tiempo no brinda señales de vida. Habrá que preguntarse si existen estos hipotéticos lineamientos. Reflexiones planteadas hasta el hartazgo y que no reflejan en el cuerpo técnico una actitud de autocrítica en pos de remediar severas negligencias en lo que se refiere a la organización dentro y fuera del campo de juego.

No queda tiempo de pensar. Apenas sentir que Uruguay, en similares circunstancias que Argentina, será el escollo definitivo para lograr esta clasificación que vino complicada desde el inicio. No será un partido para tibios. Hombría, inteligencia y planificación tendrán que surgir con la idea de doblegar a los de Tabarez, que vienen de llevarse un triunfazo de Quito. A esto y quizás el impacto de esta victoria resulten el inicio de una transformación, de una rebeldía sana por parte del plantel, castigado con razón y otras no tanto, para la superación futbolística, para alejar los fantasmas y empezar a creer.