Me pareció importante arrancar este blog con una pregunta que ha sido formulada en infinidad de veces, pero que sigue generando resquemores, amores, odios e ignorancia indefinidad. Juan Román Riquelme genera ese yo que sé que pocos jugadores en la historia ocasionaron. Cómo olvidarse de ese exquisito jugador que se consagró multicampeón con Boca, destellando un talento pocas veces visto en el decadente fútbol argentino. De su actuación soberbia frente a un Real Madrid, que quedó pasmado ante la magia y talento de un crack made in Argentina. Nadie va a negar esta formulación de pruebas irrefutables. Sin embargo, el tiempo continuó y dio otro tipo de muestras, empezando por el fracaso en el Barcelona (ayudado por el poco tacto de Van Gaal, quien no supo manejarlo) hasta una llegada al Villarreal, equipo de menor relieve y exigencia, lugar ideal para valerse por sí mismo y demostrarle a propios y extraños que ese muchachito que asomaba en las inferiores de Argentinos, podía transformarse en estrella mundial. Lo logró a medias. Ese penal atajado por Lehmann faltando segundos en la semifinal de la Champhions League, fue el comienzo de una debacle futbolística y MENTAL, que arrastró durante todo el Mundial de Alemania. Un equipo que jugaba exclusivamente para él. Algo imperdonable. Luego tras el fracaso mundialista (aunque duela es así) aparecieron diferencias con Manuel Pellegrini, dt del Submarino Amarillo, quien esperó ansiadamente la recuperación futbolística de Román, el cual por su forma de ser -algo clave en su rendimiento- prefirió disfrutar las comodidades del conjunto ibérico y no compenetrarse de lleno en un club que le brindó todas las comodidades. Prefirió eso y ganó una larga inactividad, que lo dejó al borde de no jugar hasta junio. ¿Por qué llegar a ese límite? Nadie lo sabe. Ahora volvió a Boca y se quiere reencontrar con esa persona que alumbraba con su fútbol a la Bombonera. Ojalá lo logre. Inmerso en la dicotomía planteada, déjenme ponerme en el medio. Lo llaman equilibrio. Ni es el mejor jugador del mundo ni es un tronco. Es especial. Para lo bueno y lo malo.
Huracán y sus homónimos argentinos
Hace 3 semanas
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