El Show del Fútbol y la vulgaridad hecha periodismo deportivo

La vida siempre te sorprende. Frase ligada quizás al mundo publicitario, de slogan referido quizás a una bebida gaseosa, dietética, una barra de cereales o algo por el estilo. En este caso, el mío, hablaré de algo que verdaderamente revolvió mis consideraciones, ya de por sí crítica, sobre el momento actual del periodismo deportivo. Si digo el Show del Fútbol, hablaré del programa televisivo que conduce Alejandro Fantino los domingos a la noche por América, sí el canal del colorado De Narváez y Daniel Vila (autor de desafortunadas declaraciones sobre la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual), el capo de Independiente Rivadavia de Mendoza. Buenos muchachos por eso y por esto. Había escuchado hablar de este programa por amigos y conocidos, que me contaban las peripecias que tenía que sortear el conductor para generar escándalos continuos, tal cual lo hace en su programa semanal Animales Sueltos, una mezcla de gatos baratos, frases hechas y como siempre viene sucediendo en la tv argenta, un menosprecio repetitivo hacia la figura de la mujer, descartable, de uso y tire. Sin embargo, resultaban apreciaciones que, por diferentes motivos, no podía verificar personalmente, es decir viendo el programa.

El Show del Fútbol se completa, además de Fantino con Oscar Ruggeri, el chino Tapia, Hugo Gatti, Roberto Leto y la presencial del inefable y tristemente célebre Juan Carlos Pasman. En el día de ayer se encontraban Leonel Gancedo y el Ruso Abramovich pero, valga aclarar, desconozco si pertenecen al staff de SDF 2010, tal cual se denomina este programa, ganador del premio Martín Fierro de este año (cosa que me enteré después). Sí, así estamos…

Es impresentable. Lo miraba incrédulo. Arrancaron con el tema de Riquelme y Boca, bajo una presentación de un informe que hasta el mismísimo Chiche Gelblung hubiese catalogado de “amarrillista”. Un tono del locutor refiriéndose a los entuertos del 10 con los dirigentes xeneizes, que cuando bajaron al piso hizo desplegar las variantes del conductor para que el tema generara rispideces. Y allí apareció el bendito celular, que me suena esto, que me llegó un mensaje del otro, que el Twitter explota, todo referido a posibles fuentes condicionales que dejan al televidente absorto, como no entendiendo lo que pasa. Que Riquelme está peleado con Borghi, que Palermo tiene que ver con la no renovación de Román, que Ameal se tendría que haber ahorrado los 8 millones de dólares en refuerzos para dárselos al mediocampista, una serie de frases, que un dirigente a mi me dijo que estaba podrido de Riquelme, que otro dirigente me dijo lo otro y la lista seguía. Fantino y Pasman luchaban con sus celulares, miraban a la cámara y el primero desafió a Horacio Palmieri, hombre de la entidad boquense, a que saliera al aire. Como una obligación ciudadana, casi. Sí, salió un tal Riquelme, habló de que le llegó un mail (no era spam, suponemos) con la propuesta y poco más. Un sinsentido latente, continuo, donde habría que decirle a estos muchachos que se llaman periodistas deportivos que dejen su lugar en ese programa a Rial y Ventura, que por lo menos lo saben llevar bien a la práctica estas situaciones desagradables. Fíjense lo que era la situación que el Loco Gatti, paradójicamente el más cuerdo de la mesa, pedía por favor cuando iban a hablar de fútbol. No le iban a dar el gusto.

Igual la noche pedía más. Y llegó el tema de la selección. Y Ruggeri. Escándalo garantizado. Dicho y hecho. Informe ya no amarillo sino fosforescente y arranca Tapia, con la lengua filosa despotricando hacia Mancuso sobre el rol que le dio al presente Ruggeri en el partido frente a Alemania. Maradona se encargaría de sacudirlo minutos después. El Cabezón balbuceaba frases negando lo que decía Tapia, pero este último seguía con su “vos sabés, cabeza” (?). De vuelta celulares, que Pasman, cansado nos imaginamos con el lanzamiento de un próximo best seller (?), tenía la información exclusiva de que a Ruggeri lo habían tratado de forma disímil en el encuentro ante los teutones, que Pasman decía, decía y decía. Un tipo desbocado, que mataría hasta a su madre por hablar cinco minutos más. No me caben dudas. Y yo, mientras, me ponía melanco pensando que dirían de esto tipos como Dante Ponzeri, Diego Bonadeo u Osvaldo Ardizzone. Ante la requisitoria de la fuente, la respuesta era una sola: no puedo decirla. Humo, humo y más humo. De mi parte, ya había risas. Para no llorar, claro está. Otro informe, con frases sueltas de Humbertito Grondona, Rafael Savino y Ernesto Cherquis Bialo y la cara de Ruggeri ya hacía recordar al momento antes de pegarle la famosa patada a Chilavert en cancha de Vélez. Como diría el Bambino Veira, era abrazar "a una bomba atómica”. En el medio de la discusión dialéctica, Gatti tira “¿cuándo vamos a hablar de fútbol?”. No, Loco, no jodás con esas cosas…

Fueron 70 minutos exclusivos de hablar sobre puteríos futbolísticos, sin fuentes, solamente para llenar el tiempo en pos de captar más rating, de chamuyo constante y sonante, de buscar el quilombo a como dé lugar. Una espectacularización del fútbol, llevarlo a límites insospechados de frivolidad. El postre de este cachivache periodístico resultaron las primeras declaraciones de Maradona. Lamento profundamente que Diego se exprese en espacios como éste. Existiendo posibilidad de charlar en un ámbito más amable, con profesional de fuste, como por ejemplo Víctor Hugo Morales, deberían aconsejarle de evitar exponerse a programas como el que está haciendo Fantino. Sólo hacen restar. Sólo buscan buscarlo, valga el juego de palabras. Apagué la tele. Ya había sido mucho.