Con el puertorriqueño José Juan Barea (8 puntos, 3-9 de campo) como titular, el arranque del encuentro tuvo mucho ritmo. Miami dominó los tableros y se mantuvo a tiro a partir de las segundas oportunidades que regalaban los de Rick Carlisle. Tyson Chandler (finalizó con 13 puntos y 16 rebotes, 9 de ellos ofensivos) era el único que no perdía la concentración para defender, mientras que Dirk, afectado por los 38 grados de fiebre que marcaban los termómetros en la previa del juego, parecía apagado.
La primera mitad finalizó con una ventaja de dos puntos para la visita, sostenida desde los aportes de Chris Bosh (24 y 6 rebotes) y Dwyane Wade (32 y 6). Sorprendió, para alegría del público local, la ausencia de LeBron James (8 puntos, 9 rebotes, 7 asistencias y 4 pérdidas), tímido a la hora de atacar el canasto y reacio a liderar el ataque del Heat. Si las críticas apuntaban hacia él en la previa, LeBron no hizo más que alimentar a sus detractores con una actuación decepcionante. En la otra vereda, Jason Terry (17) apareció para mantener las esperanzas pese a la baja eficacia de Nowitzki.
Al igual que en los primeros tres partidos, Miami consiguió despegarse en el marcador en el último cuarto, estirando la diferencia a 7 puntos. Pero, como sucede con los líderes naturales, ni la fiebre pudo evitar que Dirk muestre lo mejor de su repertorio en el momento crucial del juego. Levantó el alemán y el local creció disimulando a Wade, que hacía todo para Miami, incluso ponerle una tapa de novela a Chandler. Esa acción, donde el escolta de 1.93m bloqueó al pívot de 2.16 merecía ser la foto del día, quizás de la temporada. Pero Miami no supo acompañar al número 3 y el dúo Terry-Nowitzki prevaleció.
Ambos equipos tienen muchísimas cosas para corregir pensando en lo que viene. El Heat necesita a James. Bosh logra ser factor por momentos, y Wade lucha en soledad contra Dallas. Los Mavericks deben mejorar su rotación ofensiva. Kidd brindó una clínica a la hora de defender, pero finalizó el juego sin puntos y con más pérdidas (4) que asistencias (3). Barea sigue siendo intermitente y Peja Stojakovic (jugó menos de un minuto) parece haberse quedado sin crédito, aún cuando DeShawn Stevenson (11 en 26’) presenta molestias físicas.
El cuarto juego podía definir el destino de la serie, y vaya si lo hizo, porque aumentó al máximo la presión para ambos lados. Miami afrontará el próximo duelo con la lupa puesta sobre LeBron, mientras que Dallas no puede volver a repetir las concesiones brindadas tanto en defensa como en ataque. Los datos por momentos ilustran, pero a veces son determinantes: el ganador del quinto partido se quedó con los anillos en el 73% de las finales. Con la estadística presente, esta noche nos espera una verdadera batalla: para todos los involucrados en la causa será el partido más importante de sus carreras.
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