Hay historias que pasan sin dejar huellas, otras que se desvanecen con el tiempo, algunas que se mantienen con fuerza un tiempo para desaparecer enseguida y pocas, muy pocos, que quedarán eternizadas en la memoria de todos. En esta última estará, sin dudas, la de Pepe Mujica. Desmenuzar sus vivencias, opiniones, visiones, contradicciones, perspectivas históricas, preguntas interiores, de eso se trata las entrevistas realizadas por la periodista y abogada María Esther Gilio al actual presidente del Uruguay en Rincón del Cerro. Las mismas se desarrollaron en 2005, días después de que el Frente Amplio venciera por primera vez en las elecciones presidenciales con Tabaré Vázquez a la cabeza. Luego, en su edición actualizada, repasa otra charla ya en 2009 en las vísperas de los comicios en que finalmente se consagraría como nuevo mandatario uruguayo. Pepe, apodo impregnado en el imaginario colectivo, desde niño fue sostén familiar tras la muerte de su padre y empezaría a militar como “anarco” a los 14 años para ser luego uno de los principales dirigentes tupamaros, movimiento armado guerrillero en la década del `70, cuya participación le valió permanecer en la cárcel, en condiciones infrahumanas, durante 13 años.
Lo recomendamos, sin dudas. Si te gusta la política, encontrarás en Mujica un abanico de definiciones simples, con las cuales no tenés por qué concordar ciento por ciento pero que absorben respeto. Un pensar complejo transmitido en una forma nítida, pura, sin grandilocuencias. Ése fue el pacto tácito entre Gilio y Pepe. De este resultado, salió un gran libro.
"En aquellas afirmación de que el poder absoluto corrompe hay mucho de verdad. Yo creo que la administraicón del poder siempre va acompañada de un sentimiento de fragilidad, de inseguridad, de un temor a perderlo que puede llevar a cometer errores a quien lo ejerce. Nadie podrá controlar mejor a quien ejerce el poder que el opositor".
"Los cambios son peligrosos cuando en su búsqueda se cae en el infantilismo. Y lo conservador es peligrosos cuando se vuelve reaccionario. El que define la partida es el centro. El arte de la política es el arte de arrastrar al centro. Porque es allí donde está el grueso de la cosa".
"En política hay que reproducirse como se reproducen los yuyos. La ley de la muerte es inexorable, la manera de enfrentarla es a partir del amor. El amor, en política, es cuidar que otros queden levantando las banderas. Pensando que, sea como sea, la muerte siempre nos gana la partida, organicemos bien lo que es inevitable".
"Creo que una sociedad que quiere cambiar hacia el horizonte que nos proponemos tiene que ser una sociedad rica y culta. Por eso necesitamos una sociedad rica. No se puede repartir la miseria, racionar la miseria".
"¿Qué es una revolución sino una sucesión de reformas? Una revolución que se queda en los primeros puntos se queda en algo conservador. La revolución implica el cambio permanente; si no deja de ser revolución".
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