Hacía mucho que las finales de la NBA no despertaban tanta expectativa. La presencia de Dallas y Miami en la definición contrasta dos estilos. De un lado están los Mavericks, con jugadores experimentados que a partir de fundamentos básicos del juego como la rotación, la tenacidad defensiva y la distribución del goleo forman un bloque sólido. En contrapartida aparecen LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh, el ‘Big Three’, los ‘Beach Boys’ o ‘The Heatles’ (apodo que ellos mismos inventaron), un grupo de amigos que siendo jugadores franquicias decidieron unirse para buscar un anillo, acaparando casi todas las responsabilidades del Heat. En un duelo que comenzó favorable para Miami, el público disfrutó del arranque de una serie que difícilmente tenga encuentros desparejos.
Como sucede habitualmente, los nervios se hicieron presentes en el American Airlines Arena y los dos equipos tardaron muchísimo en carburar. Dallas debía evitar las penetraciones de LeBron y Wade, mientras que los locales tenían que protegerse de Nowitzki y de la capacidad para lanzar desde tercera dimensión de Jason Kidd y su tocayo Terry.
Después de un primer cuarto con marcador digno de básquet FIBA (17-16 para la visita) apareció lo mejor de cada quinteto, y con aportes estelares de Mario Chalmers para Miami y Shawn ‘The Matrix’ Marion para Dallas, la primera mitad se cerró 44-43 a favor de los Mavs. En el tercer cuarto se vio lo mejor del equipo texano, que sacó una diferencia de 8 puntos gracias a la constancia de Marion (finalizó con 16 puntos, 10 rebotes y 4 asistencias). Pero la alegría visitante duró poco, porque ‘King’ James cargó sobre sus hombros a Miami y a base de bombazos cambió el rumbo del partido.
Para cerrar el tercer cuarto y mostrarle al mundo que dentro del ‘Big Three’ hay un líder, James (24 puntos, 9 rebotes y 5 asistencias) conectó el golpe decisivo: un triple fenomenal que daba ventaja de 65-61 al local. La confianza de los dirigidos por Erik Spoelstra creció y Dallas no volvió a meterse en partido, pese al intento de Nowitzki por sostener la ofensiva visitante. El alemán finalizó con 27 puntos y 8 rebotes, pero apenas logró encestar 7 de sus 18 intentos al aro. Además, sufrió un desgarro en el tendón del dedo medio de la mano izquierda, molestia que lo obligará a jugar con una tableta el resto de la serie.
Con Wade encendido en los momentos importantes (encestó 15 de sus 22 puntos después de ver a Miami abajo por 8) y Bosh (19 y 9 rebotes) regular para transitar los vaivenes del Big Three, Miami cerró su victoria por 92-84. Los primeros síntomas del post partido apuntaron hacia la ausente banca de Dallas (apenas 17 puntos combinados con 18% de campo), borrada por la gran labor defensiva del conjunto local. Miami se transformó en los Playoffs en el mejor equipo defensivo de la liga. Si mantiene esa solidaridad para doblarse y tapar el perímetro, el Heat obligará al quinteto de Rick Carlisle a forzar su ataque, que tiene variantes pero requiere tiempo y ritmo para lastimar.
El nuevo formato de partidos en la final (se cambió el típico 2-2-1-1-1 por el 2-3-2) prácticamente obliga a Dallas a robarse el próximo partido en el estado de la Florida. Por su parte, Miami no puede confiarse con lo sucedido en el primer cruce porque la mayoría de las herramientas ofensivas de los Mavericks estuvieron descalibradas. "Este juego se trata de poner la pelota dentro del cesto, y nosotros no hicimos eso esta noche", afirmó Jason Kidd, autocrítico como siempre.
Las finales de la NBA no admiten errores, por eso ambos equipos trabajan pensando en el próximo capítulo de la serie, a disputarse el jueves. Con el American Airlines Arena como testigo, los locales deberán mantener la concentración en defensa, mientras que Dallas necesita de Barea y la banca para marcar la diferencia. Este último punto es el quid de la cuestión para los visitantes: conservar en cancha la mayor cantidad de herramientas ofensivas posibles, intentando aprovechar los descansos que se tome el ‘Big Three’.
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