
Lastimó ese encuentro, la ilusión se desquebrajó, se deshizo de las manos, pero tanto el triunfo ante Rusia y España, último campeón, proporcionaron forma a un certamen aceptable, en el que se observaron claramente las ausencias de Emanuel Ginóbili y Andrés Nocioni (cómo se te extrañó Chapu) pero subsistieron las evidencias de que Luis Scola (244 puntos en el Mundial, máximo goleador y seleccionado en el quinteto ideal) ya está enclavado en el podio de los grandes deportistas argentinos de la historia y que Carlos Delfino será el abanderado, el líder del futuro cuando llegue el fin, tras los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, de la Generación Dorada.
Hubo deudas, claro está. El equipo sufrió lagunas en varios pasajes de los partidos, en otros se lo vio demasiado errático, quizás la menor calidad en las individualidades, a partir de las bajas mencionadas anteriormente, hayan sido causales de lo sucedido. Esperábamos una mejor actuación de Pablo Prigioni, quizás por un sentir personal, algo más ligado a lo que desarrolla con la camiseta del Real Madrid.
El suplente, Cequeira, mostró algunos lineamientos válidos para lo que se viene. Fabricio Oberto no pudo recuperarse en plenitud del problema intestinal que lo aquejó en la mitad del mundial aunque redondeó un buen final ante España. Pancho Jasen aportó en la ronda de grupos vigorosidad y algunos destellos de calidad, al igual que Leonardo Gutiérrez y Marcos Mata, último reemplazo de Nocioni, que frente a los españoles anuló completamente a Juan Carlos Navarro.
La continuidad de Sergio Hernández es una incógnita. La idea del entrenador, más afuera que dentro, a partir de lo dicho a los medios sería que la persona seleccionada permanezca un período de cuatro años, pensando en la renovación lógica que se deberá llevar a cabo después de Londres. Ya el nombre de Julio Lamas, entrenador de Obras y con pasado en el seleccionado, surge como el posible reemplazante de la Oveja.
A disfrutar de esto. Argentina sigue viva. A pesar de las ausencias, los imponderables de último momento, Scola y cía se juramentaron dar todo por la selección. Y lo lograron, como siempre.
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