Independiente transcurre una penosa situación en este Apertura. Lejos del protagonismo que osó disfrutar el pasado campeonato con Américo Gallego, esta realidad lo custodia en el fondo de la tabla con apenas tres puntos y una clasificación afligida en la Copa Sudamericana ante Argentinos, otro que anda de capa caída. A Daniel Garnero, una apuesta del manager César Luis Menotti y del presidente Julio Comparada, se lo encuentra enredado, enmarañado, abatido, sin poder plasmar una idea al menos coherente de juego.
El empate agrio ante Quilmes el último domingo renovó el enojo de los simpatizantes, disgustados del bajísimo nivel que desarrollan los futbolistas, salvo la excepción del arquero Adrián Gabbarini, Lucas Mareque y Andrés Silvera. Garnero prueba, prueba y prueba pero no parece enraizado a una concepción de juego, a una idea para al menos seguir y que los jugadores tomen como tal. Desde el andarivel izquierdo promueve que dos tres se hagan cargo de esa porción del terreno, con Mareque más adelantado y Velázquez detrás pero esa utilización desordena el mediocampo, incomoda a Battión en su puesto de cinco, a Godoy también lo afecta y en la parte de la creación Gracián aparece apenas como el apellido de aquél que brillaba en Vélez, un caso similar al sucedido con Lucas Castromán, dos futbolistas que, luego de su paso exitoso por Liniers, deambularon en diferentes puertos jamás obteniendo el reconocimiento que tuvieron en esos buenos tiempos.
Arriba a Silvera le cambian los compañeros (Pacheco, Patricio Rodríguez y Parra) pero lo siguen sin abastecer, teniéndosela que arreglar continuamente en forma solitaria, pivoteando, pateando de lejos, buscando posibilidades bajo un esquema que no piensa en absoluto en su presencia. Una incapacidad latente de este Independiente, en cómo aprovechar a un delantero de elegancia y calidad certificada en el área, de talento, a veces desprejuiciado y lagunero, pero, sin dudas, de lo mejorcito con lo que cuenta el fútbol argentino. En el banco de suplentes tampoco se vislumbra la solución. Retazos de Nicolás Martínez y Federico Mancuello no alcanzan para modificar la (triste) realidad imperante.
Los refuerzos, Germán Pacheco, Cristian Pellerano, Maxi Velázquez, Nicolás Cabrera, Facundo Parra y Roberto Battión distan en demasía de los salientes Ignacio Piatti, Darío Gandín y Leonel Nuñez, por citar tres apellidos que brindaron un rendimiento interesante durante el Clausura pasado de la mano de Gallego, a quien no se le renovó el contrato, de forma incomprensible, con el propósito de fortalecer un proceso que abarcara en plenitud las divisiones inferiores, cuya referencia sería Garnero. Se vislumbra, luego de poquísimas fechas, que esa presunción ideal que soñaron Comparada y Menotti se derriba como un castillo de naipes. Que Independiente se descapitalizó, que afectó su patrimonio dejando de lado jugadores que ya habían demostrado credenciales de eficacia con esta camiseta resulta indudable. Las estadísticas así lo marcan. ¿Las inferiores? Ah, gracias.
La salida de Gallego, un entrenador reconocido, cultor de una línea de juego determinada que dio frutos en Avellaneda, aparenta como una lucha de egos con el manager, cuyo resultado favoreció al técnico campeón del mundo en 1978. Julio Comparada resultó cómplice en esta historia, una gestión que se ha visto signada por la pésima política futbolística, de nula capacidad y visión constructora del futuro, donde los errores se repiten sistemáticamente. Queda claro que Independiente no merece este presente.
El empate agrio ante Quilmes el último domingo renovó el enojo de los simpatizantes, disgustados del bajísimo nivel que desarrollan los futbolistas, salvo la excepción del arquero Adrián Gabbarini, Lucas Mareque y Andrés Silvera. Garnero prueba, prueba y prueba pero no parece enraizado a una concepción de juego, a una idea para al menos seguir y que los jugadores tomen como tal. Desde el andarivel izquierdo promueve que dos tres se hagan cargo de esa porción del terreno, con Mareque más adelantado y Velázquez detrás pero esa utilización desordena el mediocampo, incomoda a Battión en su puesto de cinco, a Godoy también lo afecta y en la parte de la creación Gracián aparece apenas como el apellido de aquél que brillaba en Vélez, un caso similar al sucedido con Lucas Castromán, dos futbolistas que, luego de su paso exitoso por Liniers, deambularon en diferentes puertos jamás obteniendo el reconocimiento que tuvieron en esos buenos tiempos.
Arriba a Silvera le cambian los compañeros (Pacheco, Patricio Rodríguez y Parra) pero lo siguen sin abastecer, teniéndosela que arreglar continuamente en forma solitaria, pivoteando, pateando de lejos, buscando posibilidades bajo un esquema que no piensa en absoluto en su presencia. Una incapacidad latente de este Independiente, en cómo aprovechar a un delantero de elegancia y calidad certificada en el área, de talento, a veces desprejuiciado y lagunero, pero, sin dudas, de lo mejorcito con lo que cuenta el fútbol argentino. En el banco de suplentes tampoco se vislumbra la solución. Retazos de Nicolás Martínez y Federico Mancuello no alcanzan para modificar la (triste) realidad imperante.
Los refuerzos, Germán Pacheco, Cristian Pellerano, Maxi Velázquez, Nicolás Cabrera, Facundo Parra y Roberto Battión distan en demasía de los salientes Ignacio Piatti, Darío Gandín y Leonel Nuñez, por citar tres apellidos que brindaron un rendimiento interesante durante el Clausura pasado de la mano de Gallego, a quien no se le renovó el contrato, de forma incomprensible, con el propósito de fortalecer un proceso que abarcara en plenitud las divisiones inferiores, cuya referencia sería Garnero. Se vislumbra, luego de poquísimas fechas, que esa presunción ideal que soñaron Comparada y Menotti se derriba como un castillo de naipes. Que Independiente se descapitalizó, que afectó su patrimonio dejando de lado jugadores que ya habían demostrado credenciales de eficacia con esta camiseta resulta indudable. Las estadísticas así lo marcan. ¿Las inferiores? Ah, gracias.
La salida de Gallego, un entrenador reconocido, cultor de una línea de juego determinada que dio frutos en Avellaneda, aparenta como una lucha de egos con el manager, cuyo resultado favoreció al técnico campeón del mundo en 1978. Julio Comparada resultó cómplice en esta historia, una gestión que se ha visto signada por la pésima política futbolística, de nula capacidad y visión constructora del futuro, donde los errores se repiten sistemáticamente. Queda claro que Independiente no merece este presente.
2 comentarios:
Lo más curioso de todo es que en Independiente quieran sancionar a un grupo de juveniles por bañarse bajo la lluvia, sin asumir su error de por qué no había agua ese día.
http://elsubteciudadano.wordpress.com
Y AHORA PASO LO QUE SE PREVEIA, SE FUE GARNERO Y SE LLEVO A MENOTTI...
Y COMPARADA VA A BUSCAR AL TOLO DE NUEVO, ES INCREIBLE ESTE TIPO, NO LE DA LA CARA!
LO PEOR ES QUE DIJO "HAY QUE ESCUCHAR A LA GENTE, POR ESO VAMOS A BUSCAR A GALLEGO"
POR QUE NO LA HABRA ESCUCHADO ANTES A LA GENTE ENTONCES?
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