Habrá que preocuparse por lo del segundo tiempo. Se volvieron a ver errores conceptuales, dando territorio a un equipo que precisamente se siente más afín cuando juega con la pelota en los pies. Con tanta calidad entre los intérpretes, los espacios aparecen solos. Habrá que depurar algunas falencias defensivas, principalmente desde el costado izquierdo, con variadas salidas de Heinze que no retoma con la misma facilidad. Navas aprovechó demasiado este déficit en el breve tiempo que pisó el terreno.
Habrá que desandar el camino, limpiando del mismo las piedras que aparezcan, empezar a buscar mística en el grupo y, por sobre todo, una filosofía de juego. A qué vamos a jugar, cuáles van a ser las armas que tendrá Argentina en cualquier sitio del mundo. A exprimir el máximo rendimiento de Lionel Messi, el líder futbolístico de estos tiempos y por muchos más. Saber que allí está la clave. A cuidarlo, saberlo utilizar, cuándo si y cuándo no.
Sí, volvemos al principio. Habrá que tomar con alegría este enorme triunfo ante la mejor selección del mundo y, por qué no, de los últimos 15 años. Un mimo a los futbolistas, al incipiente cuerpo técnico y en especial a nosotros, los hinchas, que por un rato nos olvidamos del mal trago alemán y queremos revancha. Como Argentina.
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