Abundancia. Variantes en todas las líneas, fortalecidas por un proceso de continua llegada a la Primera de jóvenes surgidos en las divisiones inferiores. Eso no se consigue ni de un día para el otro, debe existir una voluntad política manifiesta en ejecutar un proceso que no rinde dividendos al corto plazo. Razzotti, Canteros, Bella, Ricky Álvarez, Tobio y los que vendrán. Y cuando hay que sacar la billetera, posicionarse en futbolistas que puedan funcionar de modo óptimo. Silva, Zapata, Moralez, Ramírez y Augusto, por nombrar algunos. La combinación ideal, foguear a los más chicos con tipos de experiencia que les hacen más fácil el camino a transitar.
Un gran arquero. Sin los reflectores de otros, sin llamadas a la selección pero con un enorme Clausura. Una partecita de este título de Vélez se lo debe a Marcelo Barovero, antes suplente de Germán Montoya y hoy titularísimo en el conjunto de Ricardo Gareca. Sólido, buen manejo de pelota y el juego aéreo y excepcional en el mano contra mano, efectuó en rendimientos la premisa de un equipo que ataca continuamente: cuando te lleguen, en escasas oportunidades, responder acorde. La fecha anterior en la victoria ante Godoy Cruz, clave en la consagración, tras la eliminación copera, apareció en toda su dimensión cuando el encuentro estaba en cero y las dudas surgían en el Amalfitani.
Silencio, hombre trabajando. Ricardo Gareca no la tuvo fácil. En una época circuló el rumor de cierto malestar en el plantel, los resultados no estaban ayudando y el nombre de Omar Asad aparecía como un posible reemplazante. Pero Gareca siguió fiel a su idea, a su voluntad. Su vocación de fútbol ofensivo, el intentar siempre ejercer hegemonía en el juego y no vivir este deporte con miedo dio sus resultados. Seleccionó jugadores acorde a su filosofía y sobre todo les brindó paciencia y comprensión a los juveniles. Los supo esperar. Hoy tiene su premio. Aplausos para el Tigre, uno de los mejores técnicos de la Argentina.
Tres que valen mil. Moralez, Martínez y Silva. El triángulo de talento en este Vélez campeón. Maxi pone el pase magistral, el razonamiento del juego segundos antes, Juan Manuel la habilidad del potrero, la potestad de sacarse tres tipos de encima sin pestañear y Santiago la voracidad del goleador, esa ubicación siempre perfecta para que la pelota termine en la red. El fútbol se elabora en grandes sociedades, que surgen espontáneamente y tienen la importancia de seguir madurando con el tiempo. Éste es un gratificante ejemplo.
Las tres patas. Hablamos de los jugadores, del cuerpo técnico y resta la dirigencia, un ejemplo de seriedad, honestidad y vocación por continuar el legado de Pepe Amalfitani. Vélez, como club, a excepción de ciertas actitudes criticables de su público, significa la excelencia como modelo deportivo. La prolongación de un proyecto sustentado fue generando dividendos a lo largo de estos años. Una economía estable, un patrimonio propio en ascenso y un futuro promisorio por dónde se lo mire.
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1 comentarios:
Una dirigencia seria, totalmente.
Un abrazo
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