
“Voy con el objetivo de disfrutar, para mí es un regalo. Es un premio poder acabar entre los ocho primeros y poder ir por segunda vez al Master (la anterior fue en 2007)”, dijo emocionado tras enterarse de la novedad tras la caída en octavos de final del Masters 1.000 de París - Bercy ante el austríaco Melzer pero beneficiado por la derrota de Fernando Verdasco, rival directo, ante el francés Gael Monfils.
Al de Jávea se lo nota seguro, con golpes certeros, siempre sustentado en un excelente juego de fondo, eficiente servicio y en una aptitud física que, desde su irrupción en la ATP, le permitió sacar ventaja sobre los rivales en el circuito. Lo válido para destacar reside en una mayor concentración mental en los partidos, algo en el debe histórico de Ferru, déficit que ha ido puliendo lentamente, encontrando la tan anhelada regularidad que desencadena en resultados óptimos. Ferrer, a punto en términos madurativos, se encuentra en plenitud tenística para aspirar a ascender en el ATP y por qué no dar discusión entre los Nadal, Federer, Djokovic y Murray.
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