Inesperado el retiro abrupto de Fabricio Oberto (35). Intempestivo, sorprendente, más aún porque, aunque el cordobés ya estaba llegando al final de su carrera, todavía tenía mucho para dar. Decisiones complejas, dejar la actividad que uno forjó desde pibe en Las Varillas y con el éxito que tuvo Fabricio, campeón de Liga Nacional, medalla de oro en Atenas 2004, con anillo de NBA incluido (San Antonio 2007). Logros diversos que lo catapultan en la elite del basquetbol nacional, sitio en el que ingresan pocos, con los dedos de la mano.
Problemas cardíacos, una serie de avisos la temporada pasada que se repitieron en la corriente, ya con la camiseta de Portland, adelantaron el desenlace. Argentina pierde una pieza clave. Un soldado de la causa, laburador, solidario, inteligente, una síntesis perfecta de lo que representó la Generación Dorada, ese equipo estelar que tantas pero tantas alegrías nos dio.
Vía Twitter, varios de sus ahora ex compañeros lo recordaron del mejor modo. Hay vida después del básquet, claro, la mejor vida, estar con sus seres queridos, poder vivir nuevas experiencias tras largos años de profesionalismo al límite. Lo primordial es la salud, inteligente actitud de Fabricio de encarar el adiós, ver señales en el cuerpo y definir el después privilegiando la razón y no la pasión.
Se sabe, los Juegos Olímpicos de Londres 2012 serán la última escena de la mejor camada de jugadores que tuvo nuestro básquet. Faltará Oberto. Él y lo que representaba merecían una despedida olímpica, en lo máximo en materia de selección. No pudo ser. El destino también tiene estas cosas.
1 comentarios:
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