Volvió Juan Martín Del Potro. Uno volver puede volver siempre, lo importante es mostrar señales, signos vitales de una recuperación plena. El periplo por Estados Unidos -San José y Memphis - dio los resultados esperados. Buenas victorias (Hewitt, Gabashvili, Isner, Russell, Dodig), que básicamente aumentan la confianza del tandilense pensando en esta temporada, en la cual deberá retornar al menos entre las mejores cincuenta raquetas del mundo.
La derrota del sábado ante Roddick, intratable y con un saque venenoso, también otorga la semblanza de que el argentino está retornando a ser quien fue. Objetivo nada sencillo, pensando la larga inactividad que sufrió, profundizado en un circuito que no brinda respiro para nadie. Hoy, por ejemplo, el número 75 le puede ganar a Nadal, y nadie, pero absolutamente nadie, debería sorprenderse.
La juventud y por sobre todo el potencial de Juan Martín hacen considerar que, salvo algún infortunio físico, volverá a pisar fuerte en el ATP. Las últimas presentaciones dan la pauta de que adquiere lentamente la confianza en los golpes, los cuales con el correr de los partidos se van purificando y determinan una exactitud que supo tener en otros tiempos. Pensando en la Davis, este incipiente presente de Del Potro y la buena actualidad de Juan Ignacio Chela, finalista en Buenos Aires, aclaran el panorama de cara a la serie frente a Rumania. Sí, no nos olvidamos del Rey David.
En tiempos particulares para el tenis argentino, de una renovación decantada por naturaleza, tras el alejamiento de los Cañas, Coria, y las dudas sobre el futuro de Gaudio, existía un enorme signo de pregunta sobre cómo volvería Del Potro, la (¿única?) esperanza argentina de los próximos tiempos. Hasta ahora las noticias son promisorias. Una vuelta esperada.
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