
Pero existe un trasfondo, un mensaje implícito: para el ex entrenador de Banfield, quien no esté física y futbolísticamente acorde a sus expectativas, no juega. Así de simple. Lógico, no es lo mismo borrar de un plumazo a Colazo que a Román. El riesgo latente está. El Riquelmeeeeee tribunero, canto proclive en el caso de no obtener una victoria rápida ante los de Romero, tendrán destino la figura de Falcioni. Apuesta, muestra la muñeca para bancarse dejar afuera a un peso pesado. Un llamado que tiene que hacerse oír. Para todos.
Román no esperaba esta estocada. Mediático como nunca en estos días, dejó por sentado que él estaba físicamente impecable para volver al ruedo. Quizás esta reiteración verbal pululada en varios medios de comunicación no cayeron en gracia al cuerpo técnico. Falcioni sintió que le habían marcado la cancha de antemano. No nos olvidemos que hay un grupo detrás. Axioma practicado hasta el límite por JCF. Esta actitud egoísta del futbolista no suma en el bienestar de un plantel que ha vivido varios sacudones siempre con Riquelme en papel estelar. La pelea con Julio César Cáceres y el no festejo con Palermo aparecen como anecdotario. La memoria golpea la puerta.
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