Chelsinha

El mercado en Europa, tras la finalización de la Euro, va tomando color y forma. Tras la asunción de Luiz Felipe Scolari en el Chelsea se empezaron a barajar diversos nombres que lentamente están teniendo su confirmación. Primero fue Deco, niño mimado del entrenador, quien dejó las airadas críticas que recibió la última temporada en Barcelona y se marchó al club londinense para reencontrarse con aquél genial estratega que jugaba en el Porto. Luego el técnico portugués pidió expresamente a Román Abramovich la llegada de Robinho, por el cual el Real Madrid no notificó su decisión de venderlo pero ya le puso precio: 36 millones de dólares.

La cifra sí se abona sería un paliativo para el club merengue en su búsqueda para quedarse con los servicios de Cristiano Ronaldo. Desde ahí, la cúpula madrilista ve con buenos ojos la partida del brasileño, de irregular andar en su experiencia por la Casa Blanca, a pesar de haber hilvanado actuaciones convicentes con su selección que le permitirán ir a los Juegos Olímpicos de Beijing. Sin embargo, esta idea de ser moneda cambiable por Ronaldo no cayó nada bien en el entorno del ex futbolista de Santos, quien ahora vería con buenos ojos marcharse a la Premier League.

Lentamente el Chelsea va fijando su política en torno a las compras que hará esta temporada, donde conseguir la Liga y en especial la Champions serán los objetivos prioritarios. Con la confirmación de la continuidad de Lampard, la llegada de Deco y si se da lo de Robinho, Scolari conformaría una base en el mediocampo por demás interesante. Falta, es verdad, pero las piezas se van ensamblando.