Los logros se consiguen por una multiplicidad de factores. Verdad machacada hasta el hartazgo en este espacio, en el que pensamos que en el deporte, al igual que en la vida, nada llega por generación espontánea. La palmada en la espalda, el abrazo interminable, las lágrimas, las acciones que desarrollamos casi innatamente luego de obtener algo preciado son fruto del esfuerzo. Pensé en esta introducción para referirme al flamante campeón del fútbol argentino, Estudiantes de La Plata. Un trabajo inteligente, sustentable para la realidad del fútbol argentino, con un entrenador como Alejandro Sabella que armó un rompecabezas con menos figuras que el Estudiantes de la Libertadores 09 (Angeleri, Andújar, Sosa y Boselli, por decir algunos apellidos) pero con la misma eficacia. Compacto, sólido, batallador y sutil para dañar al rival. El fútbol es un deporte de inteligencia. No hay dudas. Estudiantes usó bien el bocho, exprimió sus virtudes lo máximo y trató de reducir los defectos con los que contaba. La columna vertebral bien constituida, con Orión al arco, en el podio con Hilario y JP Carrizo de lo mejor de Argentina en materia arqueros, la zaga cubierta por Desábato, el medio por el multifacético Braña, un futbolista que absorbe rápidamente lo que requiere el partido y arriba Gastón Fernández, sin las cualidades del clásico nueve, como Palermo, pero con un enorme caudal técnico en los pies y una viveza que lo ha transformado, en especial en la parte final del campeonato, como el as de espada con el que contaba el Pincha. Uf, Enzo Pérez, cómo no nombrarlo. De particular carácter, a veces con actos incomprensibles, su estela deja marcas en La Plata. Un talento fuera de lo común, un tipo que juega a otra cosa. Pide selección y Europa. Sí señor.
También se me vienen a la cabeza Federico Fernández, Marcos Rojo, ya con un pie en Rusia, Michael Hoyos, Maxi Núñez, un piberío que en este Apertura sumó muchos minutos bajo el ala de calma que transmite Sabella. Son chicos que pueden crecer bajo un sistema táctico y compañeros acordes para demostrar todo lo que saben. No siempre sucede eso. Infinidad es la cantidad de jóvenes talentosos que al no estar bien rodeados en la Primera División termina sin mostrar el máximo de su potencial. ¿Y Juan Sebastián Verón? No fue "el" campeonato de la Bruja, quizás el efecto Mundial haya retumbado en demasía sobre su rendimiento. Puede pasar. Sin embargo, para comprender todo lo bueno que le está pasando a Estudiantes desde 2006, la palabra Verón es esencial. Un proyecto futbolístico coherente, respetuoso y ávido por seguir progresando que descansa en lo que genera esta figura, ubicada en el pedestal de héroes que tiene la gente pincharrata.
Estudiantes campeón. Muy merecido. Los procesos ejecutados por personas idóneas, inteligentes y con sacrificio siempre terminan del mejor modo. No hay vuelta que darle. Es justo y gratificante para el fútbol nuestro de todos los días que una institución modelo como ésta obtenga lo que se proponga. Debe servir de ejemplo.
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