Pero no. Nole liquidó el pleito de modo categórica ante Monfils y todo quedaba igualado. Méritos aparte para el joven Viktor Troicki, el cual tuvo que encargarse de la serie cuando estaba 2-2 y borró de la cancha a Michael Llodra. Una sinfonía de golpes perfectos que dejaron estático, sin respuestas al francés, mascullando bronca ante la superioridad marcada del serbio, una maquinita eficaz.
En estas circunstancias me imagino que el brazo debe temblar al menos un poco, exigencia límite que superó con creces Troicki, una raqueta a tener muy en cuenta para las próximas temporadas. No digan que no les avisamos. Lo válido es que Troicki logró sortear anímicamente con creces la derrota del sábado, cuando los serbios estaban 2 a 0 en sets y finalmente cayeron ante Llodra y Clement. Esto habla de su carácter, algo indispensable en materia tenis.
Este triunfo lo ubica, junto a Djokovic, en la galería de próceres de Serbia, un país con una historia política y social con rasgos complejos, trágicos y sangre en demasía, en el que se nos viene a la cabeza la palabra Kosovo. Y ahí sí que más no se puede agregar. Sin dudas, esta consagración deportiva servirá de bálsamo para un pueblo acostumbrado a situaciones límites, que por lo menos en estas horas seguirá dando rienda suelta a los festejos en las calles de Belgrado.
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