La literatura asume la potestad de tocar distintas puertas, de transportar una historia que nos puede sumergir en nuevas sensaciones, no habituales, no rutinarias. Bajo ese fin podremos descubrir al autor como hacedor primordial de que lo narrado nos atraiga, que nos lleve por el lado que él desee, otorgarle la capacidad de sorprendernos, odiarlo, quererlo. Las buenas narraciones siempre desempolvan algo de dominación. En las letras hay piel o no la hay, es como el sexo. A varios no podés aguantarlos ni cinco páginas y a otros te los pasaría toda una vida leyéndolos. Este espacio valora, al igual que lo intentamos con “Te pido un taxi” de Mercedes Halfon y Fernanda Nicolini, “Los suicidas del fin del mundo” de Leila Guerriero, la nueva literatura argentina. En otro post también citamos un cuento de Romina Paula, una de las mejores plumas que existen en Argentina. Ah, cómo olvidarnos de Marina Kogan.
Hoy le llegó el turno a “Opendoor” de Iosi Havilio, obra que cuenta las vivencias de una joven estudiante de veterinaria que, luego de una desaparición extraña de su pareja, vinculado con un suicidio ocurrido en el barrio deLa Boca , suceso que recién se ¿aclarará? sobre el final, termina afincada en Opendoor, ese espacio reconocido que alberga además al famoso establecimiento psiquiátrico. Su lugar, una casa a la cual llega tras el desvanecimiento físico de Aída, su novia, en la cual vive Jaime, cincuentón que conoció tras haber revisado al caballo de éste, con el mismo nombre que su dueño. Se quedó por un día, se quedó para siempre.
Hoy le llegó el turno a “Opendoor” de Iosi Havilio, obra que cuenta las vivencias de una joven estudiante de veterinaria que, luego de una desaparición extraña de su pareja, vinculado con un suicidio ocurrido en el barrio de
La prosa de Havilio, sencilla pero con una tonalidad constante a lo largo del relato, nos ubica perspicazmente en la cabeza de esta mujer, solitaria, que avanza sobre un abismo constante, sin respuestas, siendo ella en sus más variadas expresiones un envoltorio difícil de dilucidar. La trasposición de campo y ciudad, su pasado y presente, los actos en la morgue para reconocer distintos cuerpos que no son el de Aída, los ruidos, el silencio, la soledad, la aparición de Eloísa, una joven que trastocará más su trastocado andar y que se instalará en ella a partir de un deseo sexual perenne, son elementos que Havilio maneja con soltura y que estructura dentro del relato con una precisión digna de apreciar.
El contexto, la locura en el aire, locas por aquí, locos por allá, sintetiza la totalidad de una atmósfera particular. El autor tira líneas de conexión entre la protagonista y lo que ella misma respira. Describe fielmente lo que la rodea, sin estridencias. La sentimos propia. Ésa paz que se transforma en aburrimiento, Jaime, corto, corto, corto en palabras que se convierte en pareja sin que ellos se den cuenta, el sometimiento tierno de Eloísa, cuya relación indiscreta rompe cualquier estereotipo posible, un bebé inesperado y la locura presente. Aquí y allá. No contaremos más. Sólo diremos que “Opendoor” es, básicamente, una buena historia que merece ser leída.
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