Surge la charla e inmediatamente de por sí se decanta cierto aire despectivo del conductor, en los términos empleados, hacia Ramón Díaz, entrenador del Ciclón. Una batalla dialéctica unilateral que tomó como punta de lanza las razones por las cuales el defensor central Jonathan Ferrari había arribado al club de Boedo. Asunto ya preguntado socarronamente en la transmisión del sábado pasado entre Boca y San Lorenzo. Aunque en el mano a mano que tuvieron ambos antes del partido, el periodista haya decidido no consultarle sobre este tema.
Closs argumentó que Ferrari no había sido titular en todo el campeonato con All Boys y que le parecía extraña la transferencia. Uno no debe dejar al libre albedrío estas palabras. El deber de comunicador será atestiguar si verdaderamente esta operación contuvo elementos no acordes a la legalidad y para ello contar con las pruebas suficientes. Así se salpica gratuitamente a protagonistas, ligándolos a procedimientos infundados. Se me viene a la memoria Caruso y el colombiano Angulo. O a su vez lo acaecido entre Ramón y Adrián Paenza.
A su vez, indagando estadísticas simples marcamos que Ferrari jugó en 12 oportunidades en el conjunto de Pepe Romero, es decir más de un 50% del campeonato. Además, a gusto personal y discutible para quién sea, considero que se desempeñó de forma correcta en la buen campaña realizada por el equipo de Floresta. La dirigencia de San Lorenzo vio en su edad (23 años) y en la compra de la mitad del pase, cercana a los 250.000 dólares, como una cifra pertinente para hacer el esfuerzo, en el caso que el futbolista mantenga su nivel en Boedo y así poder ser transferido en una cifra mayor. Claramente es una inversión, que puede salir bien o mal, como pasa en el fútbol.
Por su parte, Closs enumera una cantidad de futbolistas que guardan las mismas características que el ex All Boys (Tula, Bottinelli, Palomino, Herner, Luna, San Román). Consideración válida pero el técnico es Ramón Díaz y él sabrá las causas de su decisión. Si San Lorenzo pierde lo echarán. Sin embargo, esto no amerita descalificar la transferencia del futbolista. Sin pruebas que certifiquen la acusación no vale. El periodismo deportivo se merece grandeza en los actos y no utilizar los micrófonos como atril de acusación por cuentas pendientes no comprensibles para los oyentes. Repito, sin investigación previa. Uno no se coloca repartiendo moralina por doquier pero debemos ser criteriosos en el deber comunicativo.
El tiempo del programa pasó y San Lorenzo seguía siendo protagonista. Luego salió al aire Diego Rivero y las preguntas, de modo lógico, se vertieron sobre lo vivido el torneo pasado con Díaz, donde Closs le achacó al entrenador la poca permisividad en el manejo grupal, citando como caso paradigmático el River multicampeón de Héctor Veira, un conjunto poco apegado, según su apreciación, a las reglas rígidas.
No obstante, terminamos en el mismo sitio. Ramón Díaz mantiene, como cabeza grupo, la potestad de elegir con qué jugadores desea contar para su proyecto y desafectar a aquellos que considere que no estén aptos. Como Veira habrá hecho en su momento. 25 años después, las cosas en el fútbol cambiaron y mucho. Closs debe saber que comparar procesos históricos disímiles te hace proclive a terminar en la banquina. Closs puede opinar cómo quiera, por eso le pagan. Pero cómo creerle apreciaciones genuinas cuando acusa sin pruebas. Yo no puedo.
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