jueves, 30 de diciembre de 2010

Doble Cinco: 100.000 gracias

Dentro de nuestro marco de referencia occidental las cifras exactas, justas, o como quiera llamársele mantienen cierta peculiaridad festiva y a veces no tanta. Como por ejemplo que cumplir 39 no sea lo mismo que 40, un número simple que carga con otra connotación interna, traumática, impertinente, que los 15 son los 15 y con todo lo que eso simboliza o las 100 emisiones de un programa de televisión, ahí hay otro caso. Pienso esto del por qué escribo lo que escribiré a continuación. Ante todo, las 100.000 visitas que acaba de recibir Doble Cinco me brindan una enorme satisfacción, de ésas lindas, las no habituales. Primero por la receptividad que he recibido desde marzo de 2007 cuando se inició esta pequeña construcción discursiva que apunta al deporte como eje prioritario.

Con elogios, críticas, vaivenes, momentos de mayor expresividad, otros menos, en fin, uno también cuando repasa ciertas cosas escritas en otro tiempo permite ver con claridad cómo veía lo que veía en otros momentos. Les recomiendo ese ejercicio, actuar de modo crítico sobre lo dicho nos sirve de genuina experiencia, provechosa. Propio del crecimiento significa avergonzarse de haber publicado cosas que hoy ni por asomo lo haría. Sin embargo, no he borrado esos post. Sería tapar una parte de mi pasado y el presente se construye con lo que fuimos. El abecé de la Historia. No podría tolerar tomar esa determinación. Uno ha crecido con este blog, uno ha intentado cuidar este humilde ámbito de expresión con la mejor predisposición posible, con equivocaciones en el camino, claro está, pero con la convicción firme de un proyecto personal que me hace feliz. Ni más ni menos.

Inmersos en la loca cotidianeidad, siempre significa un enorme placer ver la pantalla en blanco y empezar a desandar mentalmente de qué se hablara. Buscar el tiempo, a veces cuándo no lo hay. Ahí está el verdadero desafío, de no bajar la guardia si uno verdaderamente tiene cosas para decir, quizás sin la profundidad de Sartre o Foucault pero con la invariable idea de que, por lo menos a una persona, absorba mínimamente lo que uno expresa. Sí, una mina en pelotas quizás capta más visitas pero no es el fin de Doble Cinco. Convencer, persuadir: ¿por qué no? Cumplido ese pequeño propósito, el objetivo está resuelto. Sin dudas.

Desde el plano personal e íntimo agradezco a cada una de las personas que estuvieron y las que están en mi vida. Sé quiénes son y ellos también. No soy una persona afectuosa, grandilocuente en gestos, tal vez estas ocasiones sirvan para valorar lo mucho que me hacen bien. Bancarme con mis humores, últimamente tan particulares, respetarme los tiempos. Partecitas simples de mi vida que provocan que cada paso que hago tenga más y mejor sentido. Y para aquellas personas que hoy se encuentran lejos, por diferentes circunstancias, quiero decirles que el recuerdo y el afecto permanecen. Un "me gusta" en el Facebook, respuestas por Twitter, o que en alguna noche de cervezas te dicen, "che te leí sobre lo que pusiste de equis tema, muy bueno". Llegamos a 100.000. Cien mil gracias.

martes, 28 de diciembre de 2010

Cuando en un minuto cambia todo

Un acto de descarga, sacarse lo que tiene dentro. Al año de haber ocurrido una tragedia automovilística que causó la muerte de tres amigos, Diego Buonanotte habló. Valedero testimonio del futbolista de River. Una acción catártica para un hombre que encarna el dolor como propio, que sufre la ausencia de ser quién era. Ante estas terribles circunstancias que te sitúa la vida, piensa uno por dentro, cómo encontrar la fortaleza para continuar. Cada padecimiento es particular, propio, cargado de originalidad. Cada uno lo vive como puede, con las herramientas, lamentablemente pocas, que cuenta. Buonanotte mantiene la esperanza de su próxima paternidad. Ante tanto tejido del alma roto, triturado en instantes, una noticia así, la aparición de una nueva vida otorga otro bálsamo para poder continuar, de encontrar otra razón para levantarse todas las mañanas.

En materia futbolística, el año de Buonanotte, reducido a la mitad por la recuperación física tras el choque, mantuvo la irregularidad y nerviosismo de este River absorto ante el temor de la calculadora. Sobre la parte final del Apertura y a través de las muy buenas apariciones de Erik Lamela y Roberto Pereyra perdió varios puntos en la consideración del técnico Juan José López. Su presencia en el banco de suplente se tornó habitual y aparecieron los rumores sobre una posible salida.

No debe ser fácil digerirlo. De pieza esencial, indiscutible a finales de 2009 hasta esta magra actualidad hay un trecho muy extenso. Internamente él siente que quienes en ese momento se acercaron para decirle que contaban para lo que quisiera, en los hechos no actuaron de tal modo. Y en esto, incluye a River. Una posición muy personal, dicha desde una susceptibilidad notoria, entendible, justificada, teniendo en cuenta lo que vivió desde esa madrugada desgraciada. Desde el plano personal debo admitir que este tipo de declaraciones me generan mucho ruido interior. El comprender que como comunicadores debemos amplificar la mirada ante ciertas complejidades que surgen y delimitar que tras un jugador de fútbol se encuentra una persona de carne y hueso como nosotros, con sus miserias y mochilas a cuestas. Es una facultad humanitaria que hay que desarrollar. La profesión nos los pide.


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domingo, 26 de diciembre de 2010

CALAMBRE. Por Laura Meradi.

Eran las dos de la mañana y acabábamos de salir del cine. Iván se había quedado dormido durante la película, hasta había roncado, y yo me había dado cuenta, mientras lo veía dormir con la boca abierta y la barba entrecana sobre la butaca, que ya no iba a querer dormir en su casa, ni esa noche ni ninguna otra. Hacía más de una semana que no nos veíamos y esa noche yo le había dado una oportunidad, y en la oportunidad se había quedado dormido. Cuando terminó la película me puse los zapatos rápido para no darle tiempo a que me besara mientras quedáramos solos en la sala: a Iván le molestaba nuestra diferencia de edad y jamás me besaba en público. Cuando me saqué los zapatos habían quedado al revés, y en los tres primeros intentos, desesperada, había metido la punta de los pies en la parte del talón. Caminamos unas cuadras. Lunes de otoño, madrugada: estábamos cada vez más cerca de su casa y no había ningún bar abierto. Doblamos en Salguero. Encontramos un bar que me hizo acordar al bar donde los hombres de “La familia Benvenuto” se pasaban todo el domingo antes y después de la hora de almorzar. Había solo dos viejos, uno más viejo que el otro. El menos viejo estaba detrás de la barra, el otro limpiaba las mesas, encorvado. Estábamos sólo nosotros dos, y nos sentamos en una mesa cerca de la puerta, frente a la barra. Iván se pidió un sándwich de milanesa. Yo me pedí sólo un agua porque sentía la boca muy seca: ya me había tomado casi un litro y me estaba haciendo pis, pero era como que el agua no me mojaba la garganta, como si mi garganta fuera impermeable. Fui al baño antes de que me trajeran el agua, y cuando volví Iván estaba concentrado en el sándwich. Agarré el diario de una mesa vecina y me senté frente a él. Me serví un vaso de agua y me lo tomé de un respiro.

-¿Estás con sed?- me preguntó.

-Te tomaste toda mi botella de agua- le dije yo.

La primera vez que habíamos ido juntos al cine, yo me alegraba de que él agarrara mis cosas como si fueran suyas. Pero esa noche, cada vez que me hacía mover la pierna para poder agarrar mi botella de agua del apoyabrazos de la butaca, me perdía algún diálogo de la película. Escuchaba el ruido que le hacía la garganta al tragar, y cuando quería volver a poner la botella en el apoyabrazos yo hacía presión con mi pierna para que le costara, para que no pudiera entrarla, para que se arrepintiera la próxima vez que quisiera tomar de mi botella. Iván empezó a decir algo, pero enseguida volvió a morder el sándwich, un pedazo grande que le ocupaba toda la boca, y no pudo seguir hablando.

-¿Vos no te das cuenta?- le dije-, ¿o lo hacés apropósito?

-¿Qué?- me dijo. Y volvió la mirada al sándwich.

-Que cada vez que vas a hablar te metes un pedazo de milanesa en la boca y entonces no hablás, ¿me lo hacés apropósito? Se rió y siguió comiendo.

-Todo te parece gracioso- le dije.

Se rió de nuevo. Miré a los hombres del bar, a ver si se estaban dando cuenta como yo de lo que ese hombre me estaba haciendo. Pero miraban la televisión, un canal español con unas imágenes azules que parecían del año 50.

-Me duele el brazo- me dijo, y cerró y abrió la mano izquierda varias veces. Tenía mayonesa entre los dedos, y a cada rato volvía a acomodar con las manos el tomate que se caía del sándwich.

-El otro día vi en una película que una rubia trataba de hablarle a un chico con el que estaba saliendo y era imposible- le dije-: él le hablaba de cualquier cosa, de la comida, de lo que fuera.

Los viejos agarraron entre los dos una barra de hierro y fueron hacia la puerta. Muy despacio, empezaron a bajar la cortina de metal.

-¿Te pago?- dijo Iván. Yo lo miré, porque Iván se había olvidado la plata así que iba a pagar yo.

-Está bien- dijo el menos viejo- comé tranquilo.

-Bueno- continué-, y en un momento la rubia entendió que nunca iba a poder hablar con él, que él no quería hablar de nada, entonces le siguió la corriente con la comida y no sé qué más y nunca más lo volvió a ver. Iván se rió, de nuevo. Se metió el último pedazo de sándwich en la boca y como ya se había terminado su coca se sirvió de mi botella de agua. Lo miré, esperé que se terminara el vaso de agua.

-No hablás- le dije-. Es perverso. Iván se limpió las manos con esas servilletas satinadas que nunca sacan la grasa y me miró:

-¿Querés venir a casa a tomar un té verde?- me dijo.

Un té verde había sido la excusa para terminar cogiendo en su casa la noche que lo conocí. Cuarenta y siete años contra veintitrés: ¿no podía decir algo más inteligente?, ¿engañarme de alguna manera más sutil?

-Iván, no me quiero acostar con vos. Se lo dije fuerte y claro, para que me entendiera. Los viejos del bar nos miraron. Iván se volvió a reír. Los viejos empezaron a abrigarse para irse pero dejaron la puerta de vidrio abierta y el frío llegaba directo a nosotros.

-¿Les pago?- volvió a decir Iván.

-Voy a terminar mi botella de agua- le dije.

Me volví a servir. Tomé un trago y él se levantó.

-Vamos- me dijo.

De a sorbos cortos, me terminé el vaso. Me paré, me puse el tapado, la mochila y me acerqué al de la barra, para pagarle.

-Nueve con treinta- me dijo el viejo.

-Cobrale diez- dijo Iván. Saqué un billete de veinte del bolsillo del jean. El viejo me devolvió sólo uno de diez, pero yo igual afirmé, porque era mi plata:

-Está bien, deme diez nada más. Caminamos por Santa Fé hasta Juan B. Justo. Yo buscaba la parada más cercana del 12. Tomate un taxi, me dijo. No, le dije: mi mamá se quedaba dormida todas las mañanas y me mandaba al colegio en taxi. Odio los taxis. Llegamos a la parada del 12. Justo enfrente estaba la puerta de su edificio.

-Estás linda- me dijo.

Tenía puesto un tapado rojo con capucha, una mochila roja que me ceñía el tapado a la cintura y las manos en los bolsillos.

-Cuando estaba caminando para encontrarme con vos me dijeron Caperucita Roja. Iván se rió. En la parada había otro hombre, así que sabía que dijera lo que dijera Iván no me iba a besar. Se puso la capucha de su campera:

-Pareces un esquimal- le dije. El sopló, y de la boca le salió un humo blanco.

-Estamos en Londres- me dijo. Me reí.

-¿No querés venir a dormir a casa?

-No me pongas nerviosa- le dije-. Te dije que no. Seguimos esperando, callados. Llegó un 152 y el hombre que estaba esperando se subió al colectivo.

-El otro día salí de bañarme, me acosté en mi cama y me puse a llorar por mi abuela- le dije-. Se murió hace un año y dos meses pero recién me puse a llorar el otro día. Iván no dijo nada, se quedó apoyado contra el cartel luminoso de la parada, mirándome. Era un tema que me daba vueltas desde el sábado, y que ese mismo sábado que lloraba me imaginaba contándoselo a Iván, pero no como al final me había salido.

-No sé- le dije-, me acabo de acordar de eso.

-De tu abuela- me dijo.

-Sí. Yo no me quería apoyar en el mismo cartel que él porque no me había depilado las cejas y tenía miedo que la luz me delatara. Así que me quedé donde estaba más oscuro, y le hablaba sin mirarlo a los ojos.

-No viene- le dije-. Me parece que me tomo un taxi. Iván me abrazó:

-Desde hace años que no puedo mirar una película entera a las doce de la noche- me dijo. Tenía el olor al sándwich de milanesa y los dientes oscuros de café como mi papá-. Me duermo. Yo me reí, lo aparté y paré un taxi.

-Chau- le dije. Por primera vez en público, quiso besarme en la boca. Pero yo puse la cara bien de costado para que no pudiera. Me besó en la comisura y subí al taxi. El taxi arrancó e Iván cruzó hasta su casa, tomándose con el brazo derecho el brazo izquierdo, abriendo y cerrando la mano varias veces.

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viernes, 24 de diciembre de 2010

Mi deseo a Papá Noel: Ley de Medios Ya!

Argentina se encuentra signada por una batalla mediática jamás vista en su historia. La sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, producto de diversos debates que se desarrollaron a lo largo del país, con masiva concurrencia, posee el propósito ineludible de reemplazar a la anterior norma, dictada en los tiempos de la última Dictadura Militar y remendada de forma escandalosa por los sucesivos gobiernos democráticos, en especial durante la presidencia de Carlos Menem, que favoreció abiertamente a la concentración de capitales. Una política marcada por la desregulación del Estado, con el propósito de reducirlo en forma considerable para que las grandes corporaciones, en este caso mediáticas, manejen el tablero económico a su antojo.

Sí, pensamos en el Grupo Clarín, que a través de poseer los derechos de transmisión del fútbol argentino durante la década del noventa logró captar a través de mecanismos coercitivos a miles de cableoperadores que existían en Argentina. Pero Clarín no es el único caso. El Grupo UNO, propiedad de José Luis Manzano, Daniel Vila y el diputado por la Provincia de Buenos Aires, Francisco De Narváez, es otro caso ejemplificador de preponderancia mediática en varios puntos del país impidiendo cualquier tipo de competencia. Vienen también a la mente INFOBAE, de Daniel Hadad, oscilante en su orientación política, el Grupo Pierri y tantos otros.

Pensar que la Ley de Radiodifusión viene a afectar la libertad de prensa es una falacia. Mejor dicho, la libertad de prensa es una falacia. El sociólogo belga Armand Mattelart expresaba 1973 que "la libertad de prensa es la libertad de la propiedad. Es funcional a los intereses de los propietarios de los medios de producción. El medio de comunicación de masas liberal no puede emitir sino mensajes que apunten a la protección de sus intereses". La mal llamada Ley de Medios K, titulada hasta el hartazgo por TN, Canal 13, Clarín, América, tiene la potestad de poner límites al dominio oligopólico de estas empresas. Así puede entenderse su comportamiento feroz, atacando sistemáticamente a quienes están a favor de la misma. Ampliar el mapa mediático permitiendo una mayor pluralidad de voces, poner un tope a las licencias, favorecer los contenidos nacionales, incrementar la participación de organizaciones sin fines de lucro, incentivar a la industria del cine, en síntesis una serie de medidas que ejecutará esta ley, por la cual bregamos desde hace mucho tiempo. El próximo escollo será superar las burdas medidas cautelares que impiden su normal desenvolvimiento. Habrá que seguir dando el debate, la discusión que haga falta. Pelear por la Ley de Radiodifusión es pelear por más y mejor democracia.

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jueves, 23 de diciembre de 2010

Falcioni: "cumplo un sueño"

Por Nicolás Panigutti

Finalmente, y después de una larga novela en donde parecía que sí, luego que se caía y en último termino que reflotaba, Julio Falcioni firmó esta tarde el contrato que lo vinculará a Boca. Con el fantasma de los dichos de Maradona soplándole la nuca, el ahora ex técnico de Banfield tendrá la difícil misión de devolverle al club de la Ribera el prestigio que había perdido en los últimos años.

La relación Falcioni – Boca desde hace rato que viene coqueteando. Varias veces se lo nombró al ex técnico de Colón y Vélez (entre otros) como una posibilidad certera de tomar el control del equipo. Quizá la vez que más repercusión desencadenó a nivel mediático fue en aquél momento en donde estaba todo listo para su asunción, pero la voz del más grande jugador de todos los tiempos frenó la operación y lo reemplazó por Alfio Basile. Maradona aparecía en escena para frustrar la llegada de Julio al club xeneixe aquella vez, y a raíz de que la historia es circular, hace muy poco se manejó la versión de que podría darse esta situación nuevamente pero con otra particularidad: esta vez, Maradona podría ser el que ocupase el lugar de técnico, dejando a Falcioni de lado. Finalmente, después de muchos dimes y diretes, el Emperador del Sur asumió hoy en Casa Amarilla y es el nuevo técnico de Boca Juniors.

Centrándonos en las características de Julio Falcioni como técnico, y revisando un poco sus antecedentes, sus equipos en general formaron bastante parecido. Un 4-4-2, no tan combativo como muchos piensan, que de tan versátil da lugar a que jugadores con mayor técnica se desprendan del medio y acompañen a los delanteros. Es el caso de Buján en Vélez, Biglia en Independiente o Erviti en Banfield. En fin, la solidez defensiva es una regla en los equipos del ex arquero de Vélez, esto no es una novedad, y creo yo se fundamenta mas que nada en las parejas de backs centrales que ha tenido (ahora mismo se me vienen a la cabeza Civelli y Paletta en su primer etapa en Banfield o Victor Lopez y Méndez en su segunda etapa) que transmiten plena seguridad desde el fondo. En el medio, un volante de contención, uno mixto, y dos jugadores por las bandas que hagan ese doble trabajo de ir y venir. Más arriba, Falcioni en general optó por utilizar un rapidito y un grandote, centrodelantero típico (Frutos y Agüero en Independiente, Palacio y Bilos en Banfield, con otras características pero Cristian Castillo y Carrario en Olimpo).

Históricamente a Julio Falcioni se lo rotuló como un técnico “defensivo”, que apuesta al contragolpe y a mantener el arco en cero como mayor objetivo. Sin estar demasiado lejos de la realidad, la verdad es que esta descripción tal vez peca de incompleta. El Banfield de la primera etapa supo tener sus pasajes de gran fútbol, al igual que el de su segunda etapa y alguna parte del primer torneo con Independiente también. Nunca fue un técnico que no le diese lugar a los jugadores con más estética, si se quiere, pero sí les exigió un esfuerzo equivalente al del resto de sus compañeros. Esto tal vez es lo que forjó la imagen que se tiene hoy por hoy del técnico actual de Boca.

En Boca tendrá el gran desafío de, más allá del juego, saber manejar un plantel plagado de figuras que no están pasando un gran momento y que manejan el vestuario de Boca desde hace rato. Éste viene siendo el gran problema de Boca en los últimos años: hacer convivir a todos los jugadores que otrora ganaron múltiples torneos y hoy no están en esa situación. La rivalidad al menos ideológica entre Riquelme y Palermo existe, y los bandos también. Estará en Julio saber anteponer los intereses del club por sobre los personales de cada integrante del Mundo Boca. Hay plantel como para ser campeón. Habrá que ver si los mismos jugadores de Boca, esta vez, así lo desean.

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martes, 21 de diciembre de 2010

Ho visto Cavani

La ecuación es sencilla: pegada + técnica + habilidad + gol terminan en decantar con la construcción de un gran futbolista. Edinson Cavani, el delantero del Nápoli, revelación del Calcio, segundo con Lazio a tres puntos del líder Milán mantiene estas características que lo convierten en una de las principales referencias ofensivas de Europa. El chico de Salto, Uruguay, ha logrado una regularidad en materia de rendimientos, producto de una aclimatación física y futbolística de Cavani a Italia, anteriormente vistiendo –con buena repercusión- la camiseta del Palermo. La experiencia provechosa de su selección el último Mundial de Sudáfrica puede agregarle otro factor condicionante para vislumbrar su inmejorable actualidad.

En este 2010, consumada su transferencia al Nápoli, ha encontrado un sitio en el que desplegó su mejor actuación en el Viejo Continente. El golazo de antología que marcó ante Lecce el fin de semana brinda la pauta de la confianza adquirida por sí mismo. Tampoco nos podemos olvidar esta genialidad ante el Cesena. Sin tren de comparaciones, odiosas de por sí, para aquellos que no lo han visto jugar en varios partidos o directamente desconocen de su proceder en el campo de juego, podríamos realizar una asimilación a ciertas acciones que realiza Andrés Silvera, el 9 de Independiente. Alto, con aspecto desgarbado, cuenta con movimientos técnicos dotados, otorgando además una excelente ubicación en el área que le permite complementarse de forma satisfactoria con Ezequiel Lavezzi. Parecen entenderse como si jugaran hace mucho tiempo juntos.

Lo válido y más pensando en una referencia de área, que sin embargo puede flotar por las bandas, es la factibilidad que cuenta para el remate de media y larga distancia. No remata por el intento simplemente sino que lo utiliza como herramienta indisoluble a su juego. Pertenece a la nueva generación de delanteros centro. Ante un fútbol que muestra cada vez la utilización de la velocidad como mecanismo indispensable para obtener ventajas del rival, el futbolista con vocación de gol debe realizar distintas funciones que le posibiliten contar con chances frente al arco contrario. La cómoda de otros tiempos, de estacionarse para esperar el centro salvador ya no corre al menos en Europa. Hay que agudizar el ingenio. Si Nápoli funciona así en esta temporada, una gran parte se la debe a este uruguayo que la rompe en la liga más exigente del mundo.



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domingo, 19 de diciembre de 2010

Ginóbili: una gran decisión

Manu tenía razón. Cuando argumentaba la necesidad propia de parar la máquina que decantaría en la no participación con la selección argentina en el Mundial de Turquía. Le habrá dolido semejante rechazo, cómo no, pero el contexto y por sobre todo el tiempo le dio la razón. Inteligencia combinada con raciocinio. Tal como es en la cancha, es fuera de ella. Explicaciones sustentables que, luego de algunas lesiones que lo tuvieron a maltraer en las últimas dos temporadas, lo encuentra en este inicio de temporada en la NBA como en sus mejores épocas.

Descansado física y mentalmente, eran necesarias las vacaciones para el bahiense, con tanto trajín desde 2002 hasta 2009 entre los Spurs y la selección argentina. Sí, llenos de gloria pero con una carga física y emocional difícil de sobrellevar con el paso del tiempo. Así podemos disfrutar ahora de la mejor versión de Ginóbili. Ése que organiza solito una jugada exitosa, que define faltando segundos o que se le planta cara a cara a un All Star como Carmelo Anthony y le roba una falta ofensiva que perdurará por mucho tiempo.

Lo especial con lo que cuenta Manu es que nos referimos a un deportista con una capacidad permeable a aprender que genera admiración. Acá no existen egos, soberbia ni nada de eso. Pensamos en un jugador que ya ganó todo, que en vez de relajarse y hacer la simple, exigirse lo justo y necesario, tiene entre ceja y ceja ir por más. No conformarse con lo que tiene. Un espíritu de competición, bien entendida, que, sin dudas, lo convierte en uno de los mejores deportistas argentinos de la historia.


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viernes, 17 de diciembre de 2010

Es ella*

El amor no correspondido tiene estas cosas. La espera al otro, a la aceptación cómo dé lugar, a la infinidad de métodos, posiciones, formas, que sé yo, todo lo que uno hace para demostrar lo que siente. Porque acá uno elige y cuando la designación interna te señala diciendo “es ella” no hay con qué darle. Es ella. Por eso odio tu respuesta, te odio por lo que me decís. Yo no quiero eso, a ver cómo lo te lo digo. NO QUIE-RO. Me mirás, me intentás convencer de que no es tu momento, que la situación no da, que no, no y no. Y dentro de mí te entiendo. Tal vez te entiendo porque te quiero demasiado. Hasta resurge en mí una inocencia sana, inocua de malos pensamientos que ni tenía en mis épocas de pendejo en Palomar.

El tiempo tiene estas cosas, ubica a las personas en contextos que arbitrariamente nos sitúan en posiciones desunidas, no yuxtapuestas como quisiéramos. En este caso puntual, quisiera. Siempre uno piensa, abordando consejos con amigos que cualquier relación se sustenta en dos patas, que el barco se comanda conjuntamente y todo ese palabrerío abstracto que no condice cuando el personaje en cuestión es uno, cargado en su mochila con sus miserias cotidianas. ¿Qué hace uno? ¿Qué hace con los sentimientos encima? ¿Cómo los sobrelleva? Cómo hago para olvidarme de tu sonrisa, el tiempo detenido cuando te miro, tus ojos mixturados de ternura y una alma atorranta que te transforma en única, la forma en que me hacés reír, tan simple, extrayendo cosas de la realidad y siempre grabándole tu impronta, tu modo de ver las cosas y así decantar mis carcajadas. Una y otra vez. Lo hacés, no me digas cómo. Acaso: ¿importa?

Yo te quiero por eso y por mucho más. No sé si podré esperar a que cambien las cosas, que la bocha esté de mi lado, con viento a favor, no te lo puedo asegurar. No te debe interesar tampoco. Vos sos tan así y yo tan así. Lo triste es que yo te quiero así. Y vos no. Podré cambiar, maquillar mis defectos, ahondar lo poco bueno que me debés ver, pero parece que el resultado no tiene vuelta atrás. ¿Ves? Digo parece. Hay alguna partecita de mí reticente a olvidarte y que se mantiene alerta a que me llames un día, que me digas que te equivocaste, que te perdone, que te hago falta. La parte racional de mí me observa incrédula. Sabe que eso es pura mentira, una falacia tras otra.

*NoTe. Abril 2008.

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jueves, 16 de diciembre de 2010

¿Qué le pasa a Tevez?

Hay que seguir con detenimiento las actitudes y términos empleados por Carlos Tevez en este tiempo. De variadas declaraciones a la prensa en que vertió su hastío sobre el ambiente que rodea al fútbol y la proximidad de su retiro, profundizado por su notificación vía papel donde desea salir de su actual club, Manchester City, acción que el club rechazó sistemáticamente. En una entrevista por radio con Mariano Closs, el nacido en Fuerte Apache también mostró desapego hacia una realidad económica excedente en la cual vive y añoró los tiempos cuando era chico. Particular y extraño, sabiendo las enormes dificultades sociales, producto también de lugar donde se forjó, con las que tuvo que sobrellevar Tevez.

Se lo nota distinto. Lejos del buen humor que supo demostrar en otras épocas, quizás una de sus últimas imágenes made in Carlitos resultó alguna conferencia de prensa jugosa durante el Mundial de Sudáfrica, no tanto por las declaraciones, sino por la forma de ser de él, siempre con una sonrisa suelta y la gracia que lo caracteriza. Así lo conocimos. Dentro de la cancha, siempre se transforma. Es una fierra, el futbolista emblema de los Citizen a pesar del vínculo crítico que mantiene con Mancini, otrora amigo de Verón y muy permeable desde los inicios en Inter a traer argentinos a los planteles que dirige, detalle que vuelve extraño estas disidencias, aunque lógicamente en el juego de las relaciones humanas todo puede pasar. Una nacionalidad no modifica nada.

Y allí anda Tevez, diferente al que supo ser. Quizás la maduración profesional y también personal le permita observar de modo crítico lo que vive diariamente. Lo que es el fútbol, precisamente no un lecho de rosas, signado por leyes muy lejanas a lo que podemos considerar como ética. Posiblemente se haya cansado. Sabe que su carrera economónica está salvada. No futbolísticamente, donde interiormente debe reconocer que cuenta con tantas pero tantas posibilidades de seguir progresando. Ya anda la Casa Blanca viendo cómo traerlo. Tal vez esté con ganas de jugar un picado en el Fuerte y alejarse de toda responsabilidad. Está en su derecho, cómo no.

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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Sergio Maravilla Martínez, candidato a mejor boxeador de 2010

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